Hoy queremos hablarte de nuestro best seller: La Baguette Santagloria, la barra más vendida de todas nuestras variedades de pan. Una barra de pan tradicional que contiene masa madre, además de los ingredientes habituales, esto es, harina blanca de trigo, agua, sal y levadura.
Es el pan perfecto para el día a día que con su sabor un tanto ácido, recuerda al pan de pueblo artesano. De corteza crujiente y miga esponjosa, es ideal para acompañar cualquier comida y perfecto para comidas con salsa.
Puede que sean todas estas características las que han hecho de la barra de pan el formato preferido de muchos consumidores aunque esto no siempre fue así. Te invitamos a seguir leyendo para descubrir el auge de este popular producto.
Hasta hace poco se pensaba que el pan nos había acompañado desde el Neolítico, sin embargo, recientes descubrimientos arqueológicos y científicos han fechado la aparición del pan hace 14.400 años, entre el Epipaleolítico Final y el Mesolítico. Lógicamente, tanto los ingredientes como la técnica de elaboración y la propia forma del pan han evolucionado extraordinariamente a través de los siglos.
Por ejemplo, se sabe del tamaño y la forma estándar de los panes de la antigua Roma por los vestigios encontrados en Pompeya entre las cenizas del Vesubio. En ellos se puede ver que los panes eran redondos y tenían forma de flores de ocho pétalos. Ya en aquella época era posible encontrar distintas variedades de panes en función de sus ingredientes y técnica de elaboración, como el siligineus, elaborado con fina harina y muy popular entre los patricios, el pan picenum que contenía frutas secas y se comía remojado en leche endulzada con miel o el clibani que se preparaba entre las brasas utilizando un recipiente especial.
Pero volvamos a Francia y al origen de la baguette. El termino proviene de baguette de pain, ya que baguette significa literalmente palo, barra, varita y en general, objeto alargado. Una baguette estándar mide unos cinco o seis centímetros de ancho por tres o cuatro de alto, y unos 85 centímetros de largo como máximo. Suele pesar 250 gramos. Su masa requiere un amasado especial que produce sus típicas burbujas de aire en su interior. Hasta su creación lo más común era encontrar panes redondos, tipo hogaza, de mayor tamaño y volumen.
Hay varias teorías acerca del nacimiento de la barra de pan. Una de ellas vincula la creación de la baguette a Napoleón Bonaparte, a principios del siglo XIX. Según esta leyenda, Napoleón fue el responsable de un decreto para que el pan se hiciera en palitos largos y delgados. Hasta ese momento, las hogazas de pan redondas eran más difíciles de transportar. La baguette, más larga y delgada, era más fácil de llevar en los bolsillos de los pantalones lo que facilitaba también la alimentación de las tropas en sus campañas bélicas.
Otra de las teorías barajadas sitúa la creación de la baguette mucho después, al filo del siglo XX, concretamente en 1898. En esa fecha se iniciaron las obras de construcción del metro de París. Cuentan que durante la misma eran frecuentes las disputas violentas entre los trabajadores que lo construían, discusiones que acaban en reyertas con cuchillo en mano. Algo que motivó que los responsables de la construcción del metro pidieran a los panaderos que crearan un pan que pudiera rasgarse con las manos, en lugar de cortarse. Esto permitió prohibir los cuchillos en la obra y rebajar la mortalidad de estas peleas cotidianas.
Sin embargo, la mayoría de historiadores sitúa la aparición de la baguette muy lejos de París, concretamente en Viena. A finales del siglo XIX, la entonces capital del imperio austrohúngaro era la ciudad europea que lideraba la producción de pan, gracias en gran medida a las mejoras tecnológicas introducidas por los molineros húngaros, que combinaban muelas de piedra con cilindros de acero.
A ello se sumaba, gracias a la revolución industrial, el empleo de hornos de vapor que evitaban que se quemase la costra. Así se conseguía una cocción uniforme y regulable, según el tamaño de los panes. El proceso es el siguiente: la masa se ubica en el horno bajo un techo de vapor o, alternativamente, se inyecta vapor al horno tan pronto como las piezas de pan se introducen. Esto añade humedad a la miga del pan y hace que se retrase la formación de la corteza, lo que da un pan ligero, esponjoso y de cocción más uniforme. Cuando el vapor se disipa, el calor seco del horno tuesta la corteza, produciendo su característica textura muy fina y ligeramente crujiente. Estos avances permitieron también la popularización de panes de menor tamaño que las habituales hogazas con el fin de que el consumidor los pudiera comer en un día, evitando así que se pusieran rancios o duros.
Fue el militar austriaco August Zang a quien se atribuye haber llevado a París las sofisticadas técnicas de panadería vienesas, al abrir en el n.º 92 de la calle de Richelieu de París una tahona vienesa en la que obraban panaderos que había traído de su país. En aquella época el pan que se vendía en París era un pan rústico, poco adaptado a los gustos de la burguesía y de las clases sociales más altas que descubrieron con deleite ese nuevo pan más blando y delicado. Tal fue el éxito de este pan, considerado como delicatessen, que pronto París se llenó de panaderías vienesas.
En resumen, podemos decir que la baguette no fue tanto una creación espontánea sino una adaptación gradual del oficio de panadero a la modernidad. En todo caso, la barra de pan más famosa ha sido abrazada por el mundo, produciéndose anualmente 6.000 milones de baguettes solo en Francia.
El 30 de noviembre de 2022 la baguette fue incluida en la lista del Patrimonio Cultural Inmaterial de la UNESCO. Aunque para nosotros, lo importante es que la Baguette Santagloria se incluya en la lista de tus panes preferidos.