En Santagloria, una de nuestras razones de ser es buscar cada día nuevas y originales formas de conquistar los sentidos de nuestros clientes. Así ha sido desde siempre. Primero fueron nuestras Glorias, dulces y saladas. Después las Santas, Superglorias, Crodots, Muffins, Cookies… Y desde el pasado mes de marzo tenemos una nueva estrella. Se trata de una versión rellena de nuestras icónicas Glorias, a la que hemos llamado… ¡Regloria!
Pues bien, para seguir sorprendiendo y enamorando, a finales de septiembre hemos incorporado dos nuevos sabores. Y estamos bastante seguros de que van a ser un gran éxito.
REGLORIA DE MARACUYÁ: Compuesta por la gloria básica, maracuyá líquido, crema pastelera y chocolate en las puntas, decorada con azúcar glas para diferenciarla de la gloria de chocolate.
Un sabor exótico y fresco para sorprender a nuestros clientes que buscan sabores exóticos. Una gloria que viene a satisfacer a los paladares más exigentes.
REGLORIA DE NOCILLA: Compuesta por la gloria básica, nocilla líquida y chocolate para cubrirla de rayas. ¡Así de simple, así de sabrosa y así de única!
Una gloria rellena de Nocilla va a ser objeto de deseo de niños y adultos amantes de esta crema que sigue siendo un icono en nuestro país.
Una belleza de sabor y color en su interior para rellenar tu vida con momentos que saben a gloria. Momentos que son más importantes de lo que parecen para nuestra vida, pues más allá de su atractivo irresistible, el placer que nos proporciona va mucho más allá.
¿Qué tiene el dulce que nos gusta tanto?
El sabor dulce es uno de los cinco sabores básicos que percibimos, junto con el salado, el amargo, el ácido y el umami. Desde el nacimiento, tenemos una predilección innata por el dulce y esto tiene raíces evolutivas. Los alimentos dulces, en la naturaleza, a menudo son fuente de energía y nutrientes esenciales. Por lo tanto, la atracción por el sabor dulce ha sido una estrategia de supervivencia a lo largo de la evolución humana.
La primera experiencia de dulzura que tenemos como seres humanos suele ser la leche materna, que es naturalmente dulce debido a su contenido de lactosa. Esta conexión temprana entre el dulce y el placer puede sentar las bases para una vida de indulgencia y satisfacción asociada al dulce. A medida que crecemos, los dulces y postres se convierten en una recompensa, un consuelo y un regalo, creando asociaciones emocionales positivas con el sabor dulce.
El placer que experimentamos al saborear lo dulce proviene de una serie de factores. En primer lugar, el sabor dulce activa las papilas gustativas y estimula la liberación de dopamina en el cerebro, un neurotransmisor asociado con la sensación de placer y recompensa. Esto nos hace sentir bien y crea un vínculo emocional con los alimentos dulces.
Además del componente químico, el dulce también está vinculado a la nostalgia. Muchos de nosotros asociamos dulces específicos con recuerdos felices de la infancia, como chupar un helado en un día caluroso de verano o compartir un pastel de cumpleaños con amigos y familiares. Esta nostalgia añade una dimensión emocional al placer que obtenemos de los dulces.
El dulce también tiene un aspecto reconfortante. En momentos de estrés, ansiedad o tristeza, es común recurrir a los dulces para sentirnos mejor. La liberación de endorfinas que acompaña al consumo de dulces puede aliviar temporalmente el malestar emocional, creando una sensación de bienestar. Esto ha llevado al concepto de "comida reconfortante", donde los dulces juegan un papel destacado.
La creatividad y la variedad son otros aspectos del placer dulce. La amplia gama de sabores y texturas en la categoría de los dulces permite a las personas explorar y experimentar con diferentes gustos. Desde chocolates suaves y cremosos hasta irresistibles cremas pasteleras o deliciosas frutas, hay algo para satisfacer cada antojo y estado de ánimo. Se trata de explorar todas sus posibilidades y continuar innovando y creando nuevos productos que cautiven nuestras papilas gustativas y despierten nuestra curiosidad.
Además de la satisfacción sensorial, los dulces y la comida en general, también están profundamente arraigados en nuestras tradiciones culturales y sociales. Los alimentos desempeñan un papel fundamental en la construcción de identidades culturales y en la creación de vínculos entre las personas. Las recetas dulces son a menudo una forma de mantener y transmitir la cultura de una generación a otra, lo que añade un componente emocional a la experiencia de comer. ¿Quién no recuerda con cariño esa tarta de mamá o ese maravilloso postre de la abuela? Algo tan sencillo como sentarse con amigos a tomar un café y acompañarlo con algún detalle dulce, no solo nos brinda la oportunidad de conectarnos y mantener vivo el vínculo, sino que también nos llena de alegría y satisfacción.
En conclusión, el dulce y el placer están intrínsecamente vinculados a través de nuestras preferencias innatas, nuestras experiencias emocionales y químicas, y nuestra cultura. Los dulces despiertan nuestras papilas gustativas, nos brindan satisfacción y consuelo, evocan recuerdos felices y nos permiten explorar una variedad infinita de sabores y texturas.
Como ves, cuando hablamos de momentos de gloria lo hacemos sabiendo todos los efectos positivos que estos placenteros momentos pueden tener en nuestra vida cotidiana. Y para acabar, un consejo de sentido común, disfrutemos del dulce y todo lo que nos depara, manteniendo un equilibro esencial entre el placer y la responsabilidad hacia nuestra salud, para que podamos seguir disfrutando de esta deliciosa experiencia durante muchos, muchos años.